Por Eduardo Reveco
En la columna anterior mencionaba que luego del estallido social los partidos políticos se ven enfrentados a nuevos desafíos y estándares. Nuestro partido no está exento de ello, así quedó claro con el fracaso en las elecciones de constituyentes en donde la ciudadanía nos dejó fuera, producto de que no supimos interpretar como partido correctamente los nuevos tiempos. Esto nos lleva a realizar esfuerzos urgentes para evolucionar y renovarnos siendo permeables a las necesidades de la gente.
Este desafío de renovación debe recoger el sentir generalizado de que la doctrina que nos guía sigue plenamente vigente y aquello que tenemos que cambiar radicalmente, es nuestra forma de hacer política. Esta matriz doctrinaria es un conjunto de valores y principios acerca de nosotros y nosotras, de la sociedad y por ende las instituciones que soportan la comunidad partidaria. Maritain nos plantea la doctrina desde dos pilares. El primero es el de los principios permanentes (lo univoco) como el amor al prójimo, la solidaridad, el bien común, la libertad, la democracia y la fraternidad, valores que se mantienen inalterables con el paso del tiempo. El segundo pilar nos plantea las circunstancias históricas (lo equivoco) que puede interpretarse de diversas maneras y cambiar con el tiempo.
Estos principios permanentes han sido enarbolados por otros partidos y movimientos, sobretodo el valor del Bien Común que es uno de nuestros principios fundacionales. ¿Qué es el Bien Común?, Maritain lo plantea como el fin u objetivo de la sociedad política, aspirando esta a un Bien Común superior venido desde la conciencia comunitaria, más que a una mera colección de bienes individuales. Es vital esta definición en el contexto de lo que hoy estamos viviendo en los partidos políticos y por cierto en la Democracia Cristiana, este neoliberalismo cultural atrapando las esenciales conductas de los dirigentes y militantes, consciente o inconscientemente, que nos lleva a una cultura política individualista que permea el devenir natural de la acción en comunidad y aún peor, el predominio de un prisma para diagnosticar la realidad con valores y parámetros muy ligados al neoliberalismo como lo es la competencia, el concepto neoliberal de libertad, el merito individual, el yo egoísta y la falta de valoración de que los medios son tan o más importantes que el fin.
Esta distorsión nos lleva a entender la política como solo un instrumento para lograr objetivos personales o societarios, a entenderla como un acto transaccional y a entender el Bien Común como una mera colección de bienes individuales.
¿Cómo corregimos? ¿Cómo volvemos a ver a la política como aquella actividad que es capaz de hacer transcender al hombre a través del Bien Común?. Es aquí en donde Fratelli Tutti, una nueva encíclica publicada por el Papa Francisco en el 2020, nos viene a dar una mano cuando plantea que la sana política consiste en promover el bien de todos y facilitar el desarrollo de todas las esferas de la vida social y comunitaria, generando fuentes de empleo, propiciando oportunidades de crecimiento, velando por el acceso igualitario y equitativo a todos los servicios.
También nos da una mano el profesor de filosofía política Michael Sandel en su libro La Tiranía del mérito, ¿Qué ha sido del Bien Común? (año 2020) en donde critica la meritocracia capitalista cuestionando de que nuestra posición social se debe únicamente a nuestros méritos y que estos méritos son productos exclusivamente personales. Ambas premisas son cuestionadas firmemente y a lo largo de su obra demuestra que nuestros éxitos nunca son exclusivamente nuestros, sino resultado de todos los factores que contribuyeron a hacer de nosotros lo que somos, ese ser comunitario derivado del Bien Común, concepto nacido al alero del humanismo cristiano.
Dos interesantes reflexiones, la primera llamando a reconvertir la política para promover el bien de todos y la segunda con la constatación de que las personas se construyen en comunidad. Ambas convergen en esta reflexión desde prismas ideológicos distintos en pos de la recuperación del sentido trascendente del accionar político en la búsqueda del Bien Común y la necesidad de volver a valorar la vida y reflexión en comunidad. Como Demócratas Cristianos debemos volver a tomar el liderazgo en estos temas. //ELF
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