Por Eduardo Reveco
El estallido social abrió el camino a cambios estructurales en Chile que nos permitió avanzar a un proceso constituyente que está abriendo paso a un nuevo Chile y nuevos desafíos para los partidos políticos, los cuales deberán realizar esfuerzos para evolucionar y renovarse siendo permeables a las necesidades de la ciudadanía.
El PDC no está exento de este desafío y al tenor de esta dinámica se abren o deberían abrirse los espacios de reflexión comunitaria reconociéndonos en nuestras raíces y los caminos que llevaron al nacimiento de la falange y luego el PDC.
Reconocernos desde nuestra historia, desde el fundador de la Falange y cofundador del partido como lo es Bernardo Leighton, es un ejercicio necesario para entendernos en lo esencial de ser demócratas cristianos. Por ende, lograr una proyección exitosa de nuestra comunidad partidaria. Este joven hizo su tesis, La propiedad rústica y los gremios agrícolas, para optar al título de abogado, la que versa sobre la propiedad de la tierra y la justicia social, a la luz de los fundamentos de la encíclica Rerum Novarum.
Esta enfatiza con fuerza la dignidad de las personas que trabajan el campo, en una época en que Chile era eminentemente agrícola. Una tesis revolucionaria que años más tarde se hace carne en el gobierno de la Revolución en Libertad. Bernardo parte predicando con el ejemplo: traspasa su fundo a sus trabajadores, muchísimo años antes que la reforma agraria. Un adelantado a su época, por cierto. En 1931 participa de las movilizaciones lideradas por el movimiento estudiantil opositor a la dictadura del general Carlos Ibañez del Campo, que culminaron con el derrocamiento de su régimen. Algo extraordinario ocurrió el mismo año, como fue su intervención conciliadora en la sublevación de la Escuadra en donde logró persuadir a los rebeldes, evitando un inminente derramamiento de sangre, Bernardo solo tenía 22 años.
Fue un férreo opositor a la ley maldita que persiguió a los comunistas en 1948 e impuso su liderazgo en la firma de la declaración de rechazo al golpe militar, en 1973, que lideró junto a otros doce camaradas. La dictadura, en 1975, atentó contra su vida y la de su esposa el que los dejó con severas secuelas de por vida. Bernardo Leighton el hombre de claras y firmes convicciones que le permitió reunir a un grupo de jóvenes con los cuales fundaron la falange nacional.
Hoy cuando los demócratas cristianos nos encontramos en estado de reflexión es necesario reconocernos en estas convicciones para comenzar el camino de transformación y evolución. Esta no es solo estructural sino desde cada uno de nosotros, entendiendo que la fraternidad es el cemento que nos permite existir como comunidad partidaria. En consecuencia, cada uno de nosotros debe ser protagonista en la transformación recordando que tu camarada es tu hermano, como lo planteaba Bernardo; que tus dolores son los míos y que en esta comunidad construimos permanentemente el bien común y la solidaridad, definiciones fundacionales de la Democracia Cristiana.
Esta reflexión debemos canalizarla a través de retomar el suspendido congreso Ideológico, incluyendo a todos y todas como lo haría el hermano Bernardo. Que este trabajo comunitario sea vinculante y trace la línea estratégica del Partido Demócrata Cristiano de los próximos veinte a treinta años. Es necesario que este proceso se dé desde una visión comunitaria y con sentido de urgencia, de volver a tener opinión fundada desde la participación democrática de las y los militantes.
El contexto de esta retoma del Congreso es distinto al contexto con el que comenzó, hoy tenemos una convención constituyente en curso, sin nuestra participación (solo tenemos uno de ciento cincuenta y cinco) y un nuevo gobierno en el cual no participamos; además, con un debilitamiento estructural como país en que nos dejó la pandemia. El contexto es distinto y debe verse reflejado en el diseño de este recomenzar. Es muy complejo el escenario por lo que amerita unidad y generosidad de todos y todas para llevar adelante un debate constructivo, sin estas no podremos salir de la crisis en que nos encontramos. Desde este Congreso vinculante debemos volver a crear organización y comunidad con disciplina, entendida esta última desde la disciplina personal que lleva de la mano la causa común con el compromiso y el testimonio. No olvidemos que cada una y uno de nosotros es el espejo del partido en nuestras comunidades.
Siempre nos va a hacer bien el reconocernos en los testimonios de quienes antes que nosotros construyeron el camino para dar al país una opción democrática, cristiana, liberadora y de justicia social como es la democracia cristiana y debemos ser leales a ese testimonio comprometiéndonos con esta transformación del partido a través de completar el Congreso Ideológico. // ELF
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