EDITORIAL
Cincuenta años.
Los ecos de La Moneda bombardeada, aún, con el paso de las décadas y el tiempo, siguen resonando. La bandera que flameó, entre el humo y los escombros, sigue siendo una señal de que la fractura que nuestra sociedad vivía a inicio de los años setenta es una que nos acompaña hasta hoy.
Podría haber sido este un momento donde la distancia, el análisis, la humanidad y el bien común nos hubiesen llevado a dar cuenta que el «Nunca más» era una definición escrita en la piel de cada chileno y chilena. Y que el, ¿Dónde están? Fuera una pegunta ya respondida por el Estado y toda la sociedad civil para dar algo de tranquilidad a familiares de detenidos desaparecidos, junto con verdad y justicia. Pero no fue así. Los errores del Gobierno del actual Presidente Gabriel Boric, una derecha “incapaz de desprenderse de la dictadura”, como lo señala Carlos Peña (rector de la UDP), y la falta de humildad de todos y cada uno de los sectores políticos del país nos han retraído a sentir que el Golpe de Estado solo hubiese ocurrido algunos años atrás.
Se nos olvida el horror que miles y miles de compatriotas vivieron:
- 1102 personas desaparecidas.
- 2125 muertas en ejecuciones políticas.
- 28459 torturadas de forma inhumana por agencias del Estado.
- 200000 exiliados.
En esas cifras hay mujeres y hombres, niños y adolescentes, familias e historias, dolores y rabia, muerte y heridas. Esto nos pasó a todos. A un país entero.
Si algo teneos que aprender como sociedad, es que necesitamos ser capaces de enfrentar nuestras miserias y quiebres de una vez por todas. Necesitamos memoria y justicia, reparación y verdad.
Y para eso, no podemos esperar cincuenta años más. //ELF.