EDITORIAL
Después de una semana compleja, donde finalmente se produjo el tan esperado cambio de gabinete que en la cuenta final significó menos Frente Amplio y más Partido por la Democracia y Partido Socialista, lo que más llamó la atención, fue la torpe operación por parte del Gobierno para enfrentar un proyecto , según lo declarado por ellos, como fundamental para la ejecución de su propuesta gubernamental.
Si efectivamente este era o sigue siendo un proyecto emblemático, no es coherente con el resultado final del mismo, y mucho menos la ausencia de diseño para enfrentar los siguientes pasos. Era de esperar que la derecha votara en contra, independiente si era bueno o malo . Todo indica que simplemente estos sectores, apuntan al desfonde del actual Gobierno votando contra todo lo que se considere importante. Siempre habrá una buena razón o excusa para argumentar así.
Sin embargo, que parlamentarios pertenecientes a alianza de gobierno hayan votado en contra pareciere del todo inexplicable. Como lo es también que los Ministros correspondientes, no hayan sacado correctamente la cuenta a la hora de poner en votación la Reforma Tributaria. No se trata de canas de más o de menos, toda vez que quienes condujeron este nuevo fracaso del gobierno eran ya políticos de vasta experiencia en estas lides.
Finalmente, es la ciudadanía en su conjunto que se ve afectada toda vez que el corazón de la reforma apuntaba a obtener recursos, siempre escasos, para financiar una serie de proyectos en beneficios de los sectores más vulnerables de la sociedad. En el mismo sentido apuntaban las normas que controlaban y disminuían la evasión y la elusión.
Siempre es más fácil y cómodo echarle la culpa al empedrado o al adversario. En este caso el Gobierno mostró lo peor de sí mismo, que es su amateurismo a la hora de enfrentar los grandes temas y creer que solo con la convicción de sus ideas se será capaz de gobernar y sacar adelante un país.
Probablemente esta derrota sea similar a lo vivido el 4 de septiembre del año pasado. Se espera que finalmente se aprenda de los errores y que para dirigir un país, no basta solo el voluntarismo, entender que no todo lo determinan las encuestas , ni mucho menos la CADEM. Pareciera que el equipo de Gobierno estuvo más preocupado de su nivel de conocimiento que de una reforma tan relevante para Chile.
Ojalá que los próximos pasos apunten de verdad a lo importante y no solo se queden en lo urgente. //ELF
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