Editorial
Anoche, asumió la nueva directiva de la Democracia Cristiana que encabeza el alcalde de La Granja, Felipe Delpin.
Asume después de un proceso marcado por la agudización de las tensiones internas de dicha colectividad y en el contexto de un declive electoral que ha significado una mínima expresión en la Convención Constituyente y su caída libre en lo que respecta a la fuerza electoral en diputados y senadores, situación que se viene arrastrando desde ya varios años.
¿Es el fin de la Democracia Cristiana? Si y no.
Claramente, es el fin de ciclo de un momento de la historia del país después del retorno a la democracia en el año 1988. Es el fin de un proceso que, marcado por el estallido social como punto culmen, arrastro consigo legitimas demandas sociales comprimidas por mucho tiempo bajo el alero de la estabilidad y el crecimiento que ofrecieron los gobiernos de la Concertación, la derecha y la Nueva Mayoría al país.
Y también es el ingreso a un nuevo momento de la vida nacional determinado por la elaboración de una nueva constitución y por el ascenso al poder de una coalición de gobierno que nunca había estado en dicha situación. Sumado a eso, una ciudadanía mas volátil, un mundo cada vez mas incierto, una democracia liberal más cuestionada y nuevos requerimientos y demandas de los y las ciudadanas a la cuales la clase política tradicional no estaba preparada para aceptar y sintonizar con ellas. Es un nuevo tiempo. Y para los nuevos tiempos se requieren nuevas respuesta y soluciones. Ese es el gran desafío no solo para los demócratas cristianos, sino para todo el espectro político nacional.
Las soluciones que alguna vez se ofrecieron ya no son suficientes para contener y canalizar las múltiples expresiones y necesidades que hoy en pleno siglo XXI están presentes.
Si la Democracia Cristiana sigue mirando por el espejo retrovisor buscando en su historia pasada como responder a este momento será el fin de ella, pues es necesario entender que esas respuestas estuvieron acordes con el momento histórico que les toco vivir.
Si la Democracia Cristiana logra sintonizar con los dolores y esperanzas de las nuevas mayorías nacionales, escuchando con claridad sus peticiones y voces, podrá construir un nuevo relato de cara a los actuales tiempos en la búsqueda de seguir siendo un instrumento de cambio social y de justicia humana.
Habrá que ver por qué senderos el partido de la falange optará. En esa decisión se juega su fin o su continuidad. //ELF
Por Mario Peñailillo
Interacciones con los lectores