Por Eduardo Reveco
En una época en que en el mundo y en Chile ha reinado sin contrapeso el liberalismo, más conocido como neoliberalismo, caracterizado por el predominio de la búsqueda del “Estado mínimo” y del capitalismo popular. Por otro lado, asistimos al fracaso y derrumbe del comunismo en Europa, luego de la caída del muro de Berlín que afectó a la izquierda tradicional, que tampoco ha vuelto a su gloria.
Estos fracasos trajeron aparejado el surgimiento de mezclas de sistemas, como el Ruso en donde coexiste un sistema político autocrático con un sistema capitalista, en China tenemos un modelo más extremo, un sistema político con un partido político único, el Partido Comunista Chino, coexistiendo con un sistema de mercado fuerte, mezclas que nunca hubiésemos considerado en los años previos, pero ahí están.
En este escenario mundial, donde podemos ver problemas sociales, que ni el mercado atiende ni el estado logra resolver, se perfilan algunos pensadores que plantean alternativas tal como la filosofía política del comunitarismo, que nos propone un renovado enfoque de la vigencia del Bien Común (https://enlafontana.cl/vigencia-del-bien-comun/), retomando los valores morales sociales y de las instituciones básicas de cohesión social.
Entre los más destacados tenemos a Charles Taylor, Alasdair MacIntyre y Michael Sandel que partiendo de la crítica al liberalismo y a la modernidad como un consenso indiscutible de todos ellos, pretenden recuperar una tradición anterior ya abordadas por Jacques Maritain y Emanuel Mounier en el siglo pasado, en un contexto histórico de guerras mundiales y de la guerra fría. Ambos nos planteaban el “Bien Común como el fin u objetivo de la sociedad política, aspirando está a un Bien Común superior venido desde la conciencia comunitaria, más que a una mera colección de bienes individuales”.
Desde este común denominador Taylor nos replantea el comunitarismo indicando que “no somos individuos independientes que acuerdan convivir estableciendo pactos políticos y económicos basados en el interés. Antes de todo eso, estamos unidos por lazos de solidaridad, historia, cultura y valores. La modernidad, al marginar este aspecto, ha favorecido el atomismo social. Esto es lo que hay que corregir: se trata de que volvamos a ser una comunidad”.
*Ver columna anterior del autor: El PDC y el desafío ecológico
Por otro lado, la encíclica Fratelli Tutti publicada por el Papa Francisco, en 2022, nos plantea claramente que estamos llamados a ser con otros, tenemos que hacernos cargo de otros para ser personas y en ello nos jugamos nuestro ser transcendente; existimos en comunidad.
Cuando miramos las políticas públicas desde la comunidad, desde los lazos de solidaridad que solo la vida en comunidad nos provee, planteamos soluciones más cercana a las personas alejándonos de la formas de resolver centrados en la burocracia estatal como lo resolvería un socialdemócrata o confiar la solución a las leyes del mercado, si hay demanda de un servicio, la libre competencia la satisfará del modo más eficaz y más barato, como lo plantearía el neoliberal.
Como Democracia Cristiana tenemos el desafío de entender estas rearticulaciones de pensamientos y fuerzas en torno a la comunidad y replantearnos claramente desde la conciencia comunitaria que nos plantea Maritain, desde los lazos de solidaridad, historia, cultura y valores como nos actualiza Taylor y desde el hacernos cargo del otro, de nuestro ser transcendente como nos propone Fratelli Tutti, esta evolución nos permitirá como partido dar respuesta en los tiempos de cambios permanentes que están en curso. Un partido renovado que despliega los valores de la solidaridad, las responsabilidades comunitarias impulsando la colaboración y la confianza social como formas de convivencia. //ELF
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