Editorial
Anuncios políticos y expectativas de la población sobran. Las primeras 130 horas de Boric fueron caóticas. Dos polémicas. Una, con la fallida visita de la ministra del Interior, Izkia Siches, a Temucuicui (Ercilla) y, la otra, la supuesta designación del sacerdote jesuita, Falipe Berríos para un cargo en el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, en el área de campamentos, que nunca se concretó o que fue anulada.
La prioridad uno del Gobierno es una nueva reforma tributaria, ha dicho la ministra vocera de Gobierno, Camila Vallejo. Pero mientras no se aprueba en el Congreso, ¿Cómo se financia el programa gubernamental? La gente quiere cambios y espera resultados. Está en la mira cada movimiento que el Ejecutivo realice.
¿Y el quinto retiro va? Boric ha dicho que su administración no apoyaría ni patrocinaría una iniciativa legal, que ya está presentada por algunos diputados en la Cámara Baja. Sin embargo, si el pueblo presiona y la mayoría quiere retirar sus fondos previsionales -porque son individuales- el Ejecutivo, ¿Se opondría a la voz el pueblo?, ¿O tendría que optar por otra voltereta?
El relato del nuevo presidente ha sido, hasta el momento, austero en enarbolar cambios al estilo de Patricio Aylwin "en la medida de lo posible". Debería seguir en esa línea, porque de lo contrario, la desconfianza del mundo empresarial, de los mercados y de algunos sectores conservadores será fuerte y la gente, al no ver beneficios al corto y largo plazo, comenzará a reducir su apoyo masivo al mandatario y su gabinete. Ante lo cual, ¿Qué debería hacer Boric?
La respuesta pareciera simple, pero no lo es. Lo lógico sería que se enfoque en su programa, aunque las circunstancias diarias desvíen dicho objetivo. El retiro de las querellas por Ley de Seguridad del Estado a personas que cometieron delitos o desmanes en el marco del estallido social, es una señal que convoca. El gobierno, empero, no puede vivir solo de señales, con designar a la primer mujer acá o al representante de un pueblo originario o dirigente social acá. No basta para gobernar. Se requiere prudencia, pero también valentía en defender convicciones, aunque no sean del todo populares. Las redes sociales no pueden marcar la pauta de su accionar.
Sin mayoría en el Congreso el Ejecutivo está de brazos atados para sacar adelante sus reformas a la salud, educación, pensiones y tributaria. El desafío de Boric será poder convencer al Legislativo de que los cambioas que propone su gobierno son los mejores para Chile y no un retroceso.
Se ha dicho que si al proceso constituyente le va bien le irá bien al nuevo gobierno. Habrá que ver si la tesis del rechazo no llega a tener la fuerza necesaria para ganar la partida en el plebiscito de salida. Por ahora, Boric tendrá que ir paso a paso y no casarse con ideas grandilocuentes como nacionalizar la minería, y eliminar o anular el derecho a la propiedad para exaltar los derechos sociales. Si esa prudencia prima, para compensar la falta de experiencia de quienes conforman el gobierno, podremos ver estos 4 años un éxito relativo de la actual administración. De lo contrario, será una nueva "vendida de pomada" hacia el pueblo chileno que podría exacerbar los ánimoa y derivar en un nuevo estallido social. //ELF
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