Por Yasna Provoste
Senadora DC
Este miércoles se conoció la decisión del Consejo del Banco Central de elevar la TPM a 10,75% alcanzando un peak, que busca bajar la inflación anual que ha subido persistentemente en los últimos meses.
Combatir la alta inflación es una tarea que debemos respaldar para que recuperemos los niveles inflacionarios de 3% en 24 meses más como proyecta el Banco Central.
La inflación especialmente de alimentos afecta principalmente a las familias vulnerables y de clase media; por tanto reducirla en el mediano plazo requiere prudencia con el manejo de la TPM (Tasa de Política Monetaria).
Estamos ya en los niveles máximos y nuevos aumentos probablemente pueden provocar efectos negativos en la recuperación de la economía. Aquí una elevada tasa de la TPM puede generar efectos perversos en la economía y ralentizar en demasía la necesaria reactivación.
El panorama para 2023 es muy preocupante porque las proyecciones de hoy son más negativas que las de junio y el Banco nos informa que para el próximo año proyecta una caída de -1% del PIB.
O sea los próximos 18 meses tendremos números rojos en materia de crecimiento, subsistirá una alta inflación y es necesario entonces impulsar un plan que apunte a la reactivación de la economía de manera sostenible.
Hace ya varios años que nuestra economía está estancada, ha ido perdiendo capacidad de crecimiento, no hay nuevos motores de desarrollo, la inversión en Innovación Productiva y Ciencias sigue en apenas 0,34% del PIB, no hay apoyos productivos a las PYMES, no hay planes de mediano plazo para dar valor agregado a lo que producimos y exportamos, la estrategia de apertura comercial y abrir nuevos mercados está paralizada y pareciera que solo importara el equilibrio de las cuentas fiscales.
La responsabilidad fiscal es una condición necesaria, pero se requiere más, el país requiere una estrategia de crecimiento sostenible en el tiempo que sustente los avances sociales, en materia de derechos sociales.
Algunos dirán primero superemos esta crisis inflacionaria y después veamos estos otros temas.
Soy de las que pienso que en las crisis hay oportunidades para salir del atolladero, con políticas de mediano plazo. Es hora de elevar la mirada y buscar consensos que mejoren las capacidades del país a mediano plazo.
Estoy convencida de que estos meses de crisis económica aguda requiere debatir una hoja de ruta común para los próximos meses donde se combinen las medidas de estímulo fiscal con estrategias de crecimiento sectorial que apunten a recuperar la capacidad de Crear empleos que se ha perdido en los últimos meses producto del ajuste provocado por las alzas de la TPM (tasa Política monetaria).
Requerimos para 2023 una política fiscal expansiva, anti cíclica, un presupuesto fiscal contra cíclico con un importante incremento en la inversión pública, pero superemos los problemas de gestión que nos tienen con bajas ejecuciones en regiones, en el MOP, en Salud; pero también se requieren políticas sectoriales que aceleren la recuperación de sectores económicos importantes en turismo, en fortalecer la industria de alimentos, en la minería de cobre y de litio.
Hace algunas semanas CODELCO informó que su producción anual caería en 100.000 a 150.000 toneladas de cobre, eso es una mala noticia para la recuperación económica, pero debiéramos conocer porque está caída de producción y cuales son las medidas remediales que está impulsando la minera estatal.
Debemos exigir para 2023 una potente inversión pública en Innovación productiva para desarrollar nuevos sectores productivos y espero que nueva ministra de Ciencias traiga a este Parlamento esas señales de recuperación productiva.
Esta en nosotras y nosotros como actores políticos transformar ese estancamiento económico de años en progreso sostenible, que sustente el desarrollo con equidad que hace décadas estamos buscando y que avanza tan lentamente.
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