EDITORIAL
La situación de la criminalidad, de la violencia y de inseguridad está tocando fondo. El asesinato de dos Carabineros, en las últimas semanas, da cuenta de eso (Cabo Álex Salazar y sargenta Rita Olivares).
Seguir pensando que alguien, a excepción de los integrantes de las bandas criminales, pueda sacar rédito o ganancia del momento es solo volverse cómplice de la actual situación que vivimos.
Estamos viviendo una situación que ha azotado a distintos países de nuestro continente, donde el crimen organizado ha ido copando el espacio social, político y económico, transformándose en una energía que atenta contra el vivir de los ciudadanos y ciudadanas y que pone en juego las débiles institucionalidades políticas democráticas.
Se hace necesario ir de frente como país, no derribando casas o anunciando medidas populistas y trasnochadas; sino que desde una concepción política que enfrenta a las organizaciones criminales en lo que son, estructuras jerarquizadas con líneas de soporte logístico en armamento, municiones y poder de fuego; con líneas de desarrollo económico a través de la adquisición de bienes, blanqueamiento de dinero y generación de capital social negativo en nuestras poblaciones; y que cuentan con una red de personas, jóvenes y adultos que actúan cumpliendo roles de soporte, protección y de enfrentamiento sin cuestión a fin de proteger los negocios y activos que las redes criminales desarrollan.
Hay que ponerse firmes de una vez por todas, las fiscalías cumpliendo su rol, arrestando y privando de libertad a los criminales, destruyendo su poder de fuego y desarmando sus redes de dinero y de bienes; el gobierno colocando toda la energía posible para apoyar a las policías y proteger a las familias, en especial en los barrios mas pobres, muchos de ellos tomados por narcos y criminales organizados. El Congreso actuando con rapidez, sin mezquindades ni ganancias pequeñas, promulgando las leyes necesarias para contar con medidas duras, eficientes y que intimiden a los integrantes de estas organizaciones criminales.
No podemos perder más tiempo, ni un minuto, ni una hora. Lo que está en juego no es solo la estabilidad de nuestro país o el cuestionamiento a la democracia como forma de solución a los conflictos que enfrentamos. Es más que eso, son vidas de hombres, mujeres y niños que buscan vivir de forma tranquila y segura. //ELF
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