TAMBIÉN NOSOTROS, SEÑORA LUISA
Por Rodolfo Fortunatti
Usted siente rabia y dolor y dice que ha faltado nobleza. ¿Y nosotros? ¿Dónde deja nuestros sentimientos?
¿Qué debemos sentir cuando esperanzados en cambiar este país, Lagos encuentra equivalentes votar Apruebo y votar Rechazo?
¿Qué debemos sentir nosotros y nosotras cuando nos trata de partisanos y partisanas, porque defendemos la obra de la Convención Constitucional más legítima, representativa y democrática de la historia de Chile?
No solo usted tiene un corazón que sufre y se lamenta. También millones de jóvenes, de mujeres, de hombres que, como yo, no se conformaron con votar por Lagos el 99, sino que lo defendieron a él y a su gobierno, incluso de los ataques de nuestros propios camaradas.
Yo estaba junto a Claudio Huepe cuando como ministro vocero hacía esfuerzos infructuosos para que la mesa de la DC ―algunos de cuyos miembros de entonces hoy están muy a gusto promoviendo el voto de Rechazo―, tendiera puentes de colaboración hacia su administración.
Ese era el tiempo, señora Luisa, en que la derecha hojeaba la Constitución para hallar la fórmula jurídica de provocar la capitulación de Lagos. Fue cuando le impusieron la reforma constitucional del 2005, que tuvimos que tragarnos para que concluyera su mandato y diera curso, al menos, a la opción de Bachelet. Más de alguna vez acompañé a su despacho a algún parlamentario, para alimentar vínculos de cooperación y de lealtad de la coalición hacia su gobierno.
Lagos nos debe mucho a quienes como yo, sin ningún título de gloria ni pretensión de posteridad histórica, nos jugamos por él. No nos merecemos el trato que nos da. Y pienso que aún está a tiempo de recapacitar y de alejarse de aquellos aduladores que lo ensalzan y engalanan para seguir conservando sus privilegios. De hacer un gesto preparatorio tan valiente como aquel otro frente a la periodista Raquel Correa, cuando exhortó al dictador a fijar metas y plazos.
Asistimos a una cita con la historia, y a ella también Lagos está invitado. //ELF
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